lunes, 2 de agosto de 2010

La dimension de los problemas

He tenido algunos problemas estos últimos días. En la casa las cosas no andan bien, ni siquiera Kaiser me ha vuelto a saludar; todos parecen ofuscados, fuera de si. La vecina bonita no ha vuelto a mirarme, mucho menos intentar acercarse. En el trabajo la crisis económica esta desgastando los ánimos de la jefa que ve como una mala inversión se llevó los ahorros de toda su vida. Mi trabajo es un equilibrista a punto de caer de la cuerda floja.
En las calles la gente es extraña y cuidadosa, todos miran mal, parecen guardar algún secreto; nadie habla más de lo debido ni se ríe sin motivo. Parecen maniquíes rígidos movidos por cuerdas invisibles. Ni que decir de la persona que quiero; hace mucho tiempo que no sé de ella. Hablé con su hermana hace algunos días, pero no tuve el valor de preguntar por Jennifer. Quizá lleva una vida plena y llena de sueños, tenga novio y planes de matrimonio e hijos a futuro. Espero tener la oportunidad de decirle algún día que no he querido a nadie como lo hice con ella, que mi cariño fue tan sincero como se puede querer a una mascota que no traiciona ni miente.
Estoy dejando que el tiempo pase de a poco y traiga las soluciones. He aprendido a dejar que el río se lleve los escombros y traiga consigo la buena pesca. Con el tiempo me he dejado llevar sin hacer preguntas, recogiendo por el camino las piedras que he de tirar al fondo de mis recuerdos cuando cometa algún error dos veces. He aprendido a acomodar mi silla y disfrutar el paisaje. Al fin y al cabo nadie saldrá vivo de este sueño y los problemas alguien los heredará; cuando dentro de mis límites no existan los afanes y no me preocupe el porqué de las cosas.

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