viernes, 19 de junio de 2009

Tu y Yo

Tú, palabra que me exalta y me deja inquieto; tú eres un trozo de dios envuelto en un corazón que sangra sin remedio, entre carnes que limitan tu imaginación, tu eternidad. Tu perteneces a un nivel que aun no alcanzo eres de una rara especie contraria a mis libros, a mis teoremas; un acertijo que propone dudas, que me ata a la voluntad de reptar a tu lado, de moverme zigzagueante, esquivando tus espinas, tus trampas ocultas, tus rabias.
Y yo, yo solo soy ese, el chico nada, aquel que no aprendió a saludar de mano las visitas, el muñeco de trapo que todos pateaban, la cosa rara del vecindario, el de las noches en los ojos, el ausente en los 15’s, el cara fea, el cara rara, el corazón solitario.
Ahora; no sé qué papel ocupamos en este mundillo de oportunidades falsas, de paraísos pintados con temperas que se lleva el agua, con crayones invisibles. Nosotros es la palabra que no logro acomodar en mi lógica algo desordenada, no sé que somos, aun no entiendo que hacen nuestras sombras cuando se abrazan, bajo el sol del mediodía, cuando la mía te susurra al oído que te quiere y la tuya parece entender que el sol no dura todo el día; que el viento se lleva las palabras de siempre y solo queda el silencio, vagando entre preguntas que aun no logro resolver, entre tu mirada y la mía, entre tú y yo, entre el cielo y el infierno; que me parece estrecho cuando se trata de descifrar tus límites.

martes, 16 de junio de 2009

Señor crucificado

Ayer estuve visitando a mis muertos y no te vi por los lados del cementerio, me enseñaron de niño que vivías en cada rincón del planeta, que eras omnipresente y podias verlo todo; pero ayer, ayer tuve que llorar solo, nadie seco mis lagrimas, espere tu hombro sobre el cual recostarme; pero ni tus vestidos blancos pude ver ¿Dónde estabas, señor de los ilusos? ¿Tal vez creando falsas promesas a otros pueblos inocentes y sin ciencia?
Cerca de la tumba de mi madre estaba tu presencia grandilocuente y de mártir aparente, irguiéndose como lo más grande entre tanto silencio de muertos que esperan lo que no llega. Tú actuar se asemeja al de un caprichoso dictador, señor de señores, eres un maestro de las marionetas que se divierte viendo como re rompen los hilos que nos mantienen vivos, como el tiempo se hace a nuestros huesos, a nuestras carnes, robándose nuestra prestada vitalidad, nosotros somos tus títeres, estamos a tu merced y lo único que puedo hacer es renegar de ti, de tu supuesta compasión, lo siento pero ya no creo en tus falsas llagas ni en tu rostro de sufrido, la promesa de un cielo perfecto ya no es mi prioridad.
Ya no es necesario que visites mi casa en navidad, ya no eres bienvenido, ni tu ni tus ideas de utopía fantástica, prefiero creer en la lucha de este mundo, lo que puedo ver, lo que me toca vivir a diario. señor ungido; quisiera ver tu lado más humano, más directo, más mortal, viviendo entre nosotros, entre carnes que duelen, entre huesos que se quiebran, entre Dolores físicos y mentales que no alcanzas a ver desde tu trono a la derecha de DIOS TODOFICCION. Ah por cierto, si vienes a juzgarnos con tu ira desmedida te cuento que ayer deje mi fe enterrada en una tumba abandonada, si la vas a buscar creo que la encontraras marchita, ayer me bautice ateo.

jueves, 4 de junio de 2009

Sobre la noche

Ayer Salí a buscar suerte a la calle de la locura, ande por estrechos andenes donde la pobreza es un adorno mas de la ciudad, donde el polvo cubre con una delicada capa las pisadas que otro desventurado corazón he dejado, anduve con algo de inquietud entre tantos ojos ladrones, tantos labios que quisieron llevarse el trozo de inocencia que aun encuentro en la mirada de los niños sin madre, los de los puentes, de esquinas y de rincones donde el delito se convierte en delicia furtiva.
Fui testigo de la cultura que no tiene reglas, de la ley del mas imponente, de la ley del arma que no tiene ética ni repara en el color del vestido que va a agujerear, una cultura que se sostiene por sus propios medios, testigo eficaz de lo que significa vivir sin otro camino que volverse un militante mas del ejercito urbano y disperso; creado por la necesidad de ser alguien en un mundo donde el ser nada es ser difunto.
Mis colegas, los que caminan conmigo tienen caras cansadas, rostros manchados por el paso de los días sangrientos, esos otros pies que también recorren la ciudad en busca de distracciones que le hagan olvidar que nacieron siendo nada, que viven tratando de olvidar que no son nada, que pelean cuchillo en mano para olvidar las trampas de la vida y esa manía que ella tiene para hacerlo todo mas difícil.
Mis hermanos, aquellos que no se ponen mascaras para alagar ni utilizan palabras suaves para disimular su asco; tienen por cómplice a la noche que sin estrellas o con ellas, con lluvia o viento siguen tratando de sobrevivir, entre papeles y cartones entre filosos peligros que estuve a punto de probar, anoche.