jueves, 22 de octubre de 2009

Ausencia

Era sábado en la noche y te necesité, hacia frio y los autos me miraban indiferentes, muchas dudas rondaban mi cabeza y quise tenerte enfrente, abrazarte.
Salté varios charcos, las farolas me observaban precavidas; me sentí vulnerable y solitario, te necesité y solo pude recordarte de manera fugaz, pasajera.
Te imaginé mirándome fijamente, observando mi alma escondida y cobarde, entonces quise correr, buscarte entre los arboles adormecidos, entre el tumulto de gente que se agolpaba en la estación del metro, entre las gotas presas de la gravedad, entre los recuerdos.
Te quise real y el viento me dijo que no estabas, otras causas perdidas te ocupaban y el espacio estaba en mi contra, mucha lluvia, mucha desazón, mucha ausencia, tuya, de tus brazos, de tu boca milagrosa.
Mojé mi ropa, mis zapatos, sentí congelarme y la brisa me mostró la absurda realidad; te necesité revestida de consuelos hechos a mi medida; te extrañé y lamente que el presente fuera nuestro sincero enemigo, la noche siguió andando y yo con ella, borrando de a trozos tu recuerdo, mientras llegaba a casa a olvidar que ya no estabas; vacio, mucho vacio.