viernes, 18 de junio de 2010

PINGUINOS DEL SAHARA - la noche del unicornio

El rostro de Andrea aparece y se esfuma. No se donde estoy, una dimensión extraña me ha envuelto, todo gira, ella ríe, se aleja y vuelve a aparecer. Recuerdo su cuerpo perfecto moverse al sonido de la música ensordecedora, recuerdo una cerveza rubia que consumí entre baile y baile. El resto solo es bruma y hastío: borrachos por todos lados, mujeres queriendo amar, engañando idiotas de mal aliento y barriga monumental. ¿Hacia donde se van los sueños? ¿como se puede distinquir la realidad de un estado como el del alicoramiento? Dios hizo muchos mundos, muchas realidades que se entrecruzan y se eliminan entre si. Escucho gritos a lo lejos, no puedo levantarme, solo Andrea aparece para darme un beso en la frente. Soy su amigo fiel y parece que nada cambiará esa realidad. Andrea canta a lo lejos: “as I was going over…” todo se enciende, el piso se mueve; no logro moverme, estoy paralizado. Soy un gusano perdido en los dominios de mama gallina, soy un bicho raro que no ha encontrado el sitio para creer en si mismo. Huelo asqueroso, la música sigue sonando: “there´s whiskey in the jar..” las guitarras no paran. La bailarina exótica con ansias de doctorado regresa de nuevo, me levanta y sienta mi helado trasero en un sillón rojo y amplio. El mareo es mas grande y caigo en sus piernas. Ella me levanta, me abraza y me susurra palabras dulces al oído. El mundo puede esperar, esta dimensión comienza a girar de nuevo, pero con ella dentro. Caigo en un sueño profundo y bifurcado por el sopor de la cerveza.
Un unicornio verde corre por una llanura gris dejando detras de si una silueta del mismo color. Un cielo lleno de águilas me cubre intentando ahogarme contra el suelo. Los árboles se derriten sin razón, el silencio reina en este pais. Miro a mi alrededor, estoy enredado en alambre de púas, atado a la tierra seca que se mete por mis narices, me cuesta respirar. Las aguilas siguen girando, el sol se rompe en mil pedazos. De pronto una silueta se dibuja en el firmamento, destellos de luz blanca atraviesan las brumas grises. El destello se hace mas grande, el unicornio se detiene a mi lado, parece tranquilo; las aguilas desaparecen mientras la luz crece. La silueta es la de una ninfa celestial, de tez blanca como la nada, de aura misteriosa como la noche, cabello negro y ojos indescifrables Viste de diosa, creo que viene por mí. Se acerca poco a poco, el unicornio la mira con tranquilidad, ella lo acaricia. Aún estoy atado al suelo, se inclina y mira mis ojos, su rostro es perfecto, Dios debe tener envidia de su belleza. Derrite mis ataduras con solo desearlo, me levanta del suelo, abraza mi flaca realidad, me invita a subir al unicornio, lo hago y ella hace lo mismo. El unicornio levanta su patas delanteras e inmediatamente comienza a trotar con cierta velocidad. La hediondez del sitio aún permanece. De pronto el unicornio comienza a levantarse del suelo, sus patas se elevan como átomos de aire suspendidos. Surcamos el aire sin limites ni porques. La diosa me susurra al oido algo que no entiendo, se abraza a mi mientras las nubes nos abren paso. Estoy tocando los dominios del universo.
De pronto algo me estremece y seguidamente un movimiento brusco borra todo paisaje perfecto. La diosa desaparece con su unicornio. despierto tirado en la sala de un bar, una hediondez me cubre, todo da vueltas, solo veo a Genaro con su cara de idiota tratando de levantarme. Un bello sueño puede acabar en pesadilla, ahora se que los unicornios al igual que el amor es solo una fantasia. Pienso en Andrea, no veo su rostro por ninguna parte. Genaro me alcanza una cerveza y la rechazo, corro hacia el baño y lavo mi cara. El espejo es inmisericorde con lo que refleja: un desecho a punto de caer por el desague. Salgo del WC y alli está ella, sentada conversando con un tipo que frecuenta el bar llamado Edward. Ambos me miran, él con curiosidad y ella con cariño. Le devuelvo el cariño a Andrea con mis ojos cansados. Se levanta y se acerca, me abraza. Edward no entiende nada, de seguro es un comemierda disfrazado de galán. Todo vuelve a su normalidad, me envuelvo en sus brazos, no necesito la diosa y su unicornio, el cielo aun es gris y lo disfruto.

jueves, 10 de junio de 2010

PINGUINOS DEL SAHARA

Amo tanto a esa chica. Podría partirle el culo al Papa si ella me lo pidiera. Cambiar de nombre, de nación, volverme un extraterrestre con mocos por piel, viajar a saturno desnudo.
Los sentimientos son simples, hasta un caracol siente aprecio por su baba, y un perro por su hueso. Los sentimientos colocan la barrera que nos separa del resto de seres inertes. Las noches las consumo en el bar, los días duermo tratando de olvidar que el tiempo se me va en cada cerveza que ella trae a mi mesa. Hemos conversado de amores y recetas chinas para hacer pasteles. Me ha contado que hace mucho llegó a la ciudad, que vive con su hermana en un barrio del centro , que odia los compromisos y la gente desordenada. ¿como cortarle los cojones al corazón? Seguro ni tendrá. Ese músculo inquieto tiene vida propia, el cerebro no tiene cabida en su destino. Cuando salgo del bar y me despido creo que dejo la parte mas indescifrable de mi alma a su lado. Camino varias cuadras hasta llegar al paradero de buses y mi mente se borra, el alcohol es un buen somnífero. Al día siguiente despierto y pienso en ella, en su trabajo, en que seguramente algún baboso ebrio la miraría con ganas de revolcar sus vísceras y hacerle hijos con mechones de sol y ojos infinitos.
Me calmo, hago desayuno y me ducho. Enciendo mi computadora y continuo el trabajo de grado mientras llegan las 5 de la tarde.
Ella por su parte saluda el sol por las mañanas, riega las plantas y limpia la habitación. Tararea canciones de pink floyd mientras contagia todo el cuarto con su aroma de fresca primavera. Despierta a su hermana y le impone tareas. Su hermana estudia en la universidad local, sueña con casarse y vivir en una nube rosada con su amado príncipe. Sus sueños son simples como los deseos de un soldado, Andrea es todo lo contrario: empleada de una bar y bailarina exótica, 175 centímetros de estatura y un cuerpo que mueve a su antojo al ritmo de la electrónica. Quiere ser neurocirujana, tener un perro por mascota y vivir en una mansión con vista al mar. Ella es un laberinto sin salida, uno en el que todas las noche me pierdo tratando de encontrar su punto débil, pero las rocas no tienen punto débil y ella es la mas dura de todas.
Quisiera olvidar que no soy su amigo, que tengo mas años de los que aparento, que no he logrado penetrar la dura barrera que la protege de borrachos y enfermos sexuales. Olvidar que mi nombre es Alessandro, que vivo de a poco y camino lento, que tengo mas de lo que merezco y no tanto como quisiera mi avaricia.
Después de las 6 de la tarde salgo a caminar un poco, el calor quema la piel de la mierda que camina de a pie por las aceras. A veces llamo a mi madre que vive en un pueblo a pocas horas de acá, le aseguro que estoy bien, que muy pronto tendrá un filosofo en la familia y lo mas importante la reintegración de su “inversión” en mi y en mis estudios. Me aterra pensar que el dictar clase será lo único que un futuro llenará mi vida. Una vida tan seca solo la podría alegrar Andrea, pero ella no es niña de libros y enciclopedias. Luego salgo y camino aún mas. Mis pasos siempre acaban en la puerta del bar. Entro, ocupo una mesa del fondo y pido una cerveza. Inmediatamente un tipo gordo, con cara de buena gente anuncia una bailarina exótica, con “un baile que hipnotiza” palabras del anunciante. Al fondo de la tarima se corren las cortinas e inmediatamente identifico su rostro: Andrea, la roca cristalina e impenetrable asoma sus ojos a la multitud lasciva mientras comienza su sesión de baile. Otro día mas en el infierno, la cerveza se consume en el fondo del vaso mientras las prendas de Andrea comienzan a caer.