sábado, 26 de diciembre de 2009

Invisible

Un hombre camina la ciudad, la recorre, se pierde. Busca la oscuridad mientras las luces de las casas brillan y parpadean sin parar. No encuentra su lugar mientras los demás ocupan bares y discotecas.
Un hombre se cansa de pensar, anhela ser menos triste, que le duela menos el bullicio, que su alma no se hunda en la ausencia del silencio. Le han robado las palabras, la sonrisa se pierde entre gestos de introspección; murmullos sueltos entre palabras ajenas.
Un hombre tiene la mirada perdida, solo ve sombras y cosas inconclusas, retazos de existencia, espacios vacios. Quiere tocar a Dios, pero las noches traicionan su voluntad.
Un hombre no encuentra su lugar, los sonidos alegres se meten en su cabeza y no los comprende; notas desconocidas para una mente sin esperanza de ser.
Un hombre se cansa de andar sobre sus pasos, de ser invisible para los demás. Se detiene, ve la luna apagarse, la negrura invade su mirada, el paisaje se derrumba, solo ve asfalto. Es hora de dejar atrás el incomprensible mundo colectivo y los porqués sin respuestas.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

La enemiga de mi silencio

Llegó navidad. Esa época tan fastidiosa y sobrevalorada por los medios de comunicación. El mundo aprovecha este mes para vender toda clase de cosas innecesarias; desde un pino artificial hasta unas figuritas hechas de barro representando un nacimiento de un tipo que realmente nunca existio. Los almacenes de ropa hacen su agosto elevando los precios a compradores incautos que no quieren recibir el año nuevo sin “estrenar”. Un viejito vestido de rojo y barba espesa es el tipo más popular de la ciudad. Su presencia vende millones y esta dotado de una barriga tan grande como la de Jota Mario.
El bullicio se toma las calles. El vallenato invade las aceras y al frente está el maldito reggaetón; que no se cansa se sacar canciones estúpidas y vacías como la misma inteligencia de Jota Mario. El mundo y su plaga; es decir nosotros, están empecinados en demostrar que están vivos a punta de bullicio y estruendosos sonidos repetitivos.
La navidad es el enemigo declarado del sagrado lenguaje del silencio. Es en esta época en que pierdo mi lugar y me siento desencajado, perdido y fuera de ruta. Algo me roba las palabras y la estabilidad. No me hallo. Una aburrida y brumosa melancolía me invade y nada impide que se pegue a mi rostro. Entonces soy huraño y molesto con los demás, una soledad toca mis instantes y me hunde en cierta depresión fastidiosa.
Quisiera pensar que solo por este mes no soy yo. Que me convierto en un esplendido bailarín, un amante del merengue; el fanático numero uno de la salsa. El tipo que el ultimo día del mes antes de llegar medianoche saluda a los vecinos deseándoles “feliz año nuevo” y se reconcilia con aquellos a los que no les habló durante todo el año; Pero ese no soy yo. La navidad es mi enemiga y por eso corro a esconderme donde ni siquiera las hadas puedan encontrarme. Hiberno por 31 días mientras el mundo se hunde en su propio vomito; mientras la luna se embriaga y el sol duerme de día. Duermo para olvidar que no hay cabida para un lagarto solitario lleno de prejuicios y tristeza en la epoca mas fastidiosa del año.