sábado, 26 de diciembre de 2009

Invisible

Un hombre camina la ciudad, la recorre, se pierde. Busca la oscuridad mientras las luces de las casas brillan y parpadean sin parar. No encuentra su lugar mientras los demás ocupan bares y discotecas.
Un hombre se cansa de pensar, anhela ser menos triste, que le duela menos el bullicio, que su alma no se hunda en la ausencia del silencio. Le han robado las palabras, la sonrisa se pierde entre gestos de introspección; murmullos sueltos entre palabras ajenas.
Un hombre tiene la mirada perdida, solo ve sombras y cosas inconclusas, retazos de existencia, espacios vacios. Quiere tocar a Dios, pero las noches traicionan su voluntad.
Un hombre no encuentra su lugar, los sonidos alegres se meten en su cabeza y no los comprende; notas desconocidas para una mente sin esperanza de ser.
Un hombre se cansa de andar sobre sus pasos, de ser invisible para los demás. Se detiene, ve la luna apagarse, la negrura invade su mirada, el paisaje se derrumba, solo ve asfalto. Es hora de dejar atrás el incomprensible mundo colectivo y los porqués sin respuestas.