martes, 16 de junio de 2009

Señor crucificado

Ayer estuve visitando a mis muertos y no te vi por los lados del cementerio, me enseñaron de niño que vivías en cada rincón del planeta, que eras omnipresente y podias verlo todo; pero ayer, ayer tuve que llorar solo, nadie seco mis lagrimas, espere tu hombro sobre el cual recostarme; pero ni tus vestidos blancos pude ver ¿Dónde estabas, señor de los ilusos? ¿Tal vez creando falsas promesas a otros pueblos inocentes y sin ciencia?
Cerca de la tumba de mi madre estaba tu presencia grandilocuente y de mártir aparente, irguiéndose como lo más grande entre tanto silencio de muertos que esperan lo que no llega. Tú actuar se asemeja al de un caprichoso dictador, señor de señores, eres un maestro de las marionetas que se divierte viendo como re rompen los hilos que nos mantienen vivos, como el tiempo se hace a nuestros huesos, a nuestras carnes, robándose nuestra prestada vitalidad, nosotros somos tus títeres, estamos a tu merced y lo único que puedo hacer es renegar de ti, de tu supuesta compasión, lo siento pero ya no creo en tus falsas llagas ni en tu rostro de sufrido, la promesa de un cielo perfecto ya no es mi prioridad.
Ya no es necesario que visites mi casa en navidad, ya no eres bienvenido, ni tu ni tus ideas de utopía fantástica, prefiero creer en la lucha de este mundo, lo que puedo ver, lo que me toca vivir a diario. señor ungido; quisiera ver tu lado más humano, más directo, más mortal, viviendo entre nosotros, entre carnes que duelen, entre huesos que se quiebran, entre Dolores físicos y mentales que no alcanzas a ver desde tu trono a la derecha de DIOS TODOFICCION. Ah por cierto, si vienes a juzgarnos con tu ira desmedida te cuento que ayer deje mi fe enterrada en una tumba abandonada, si la vas a buscar creo que la encontraras marchita, ayer me bautice ateo.