jueves, 14 de mayo de 2009

Corazon delgado

Mi madre tiene todas las edades en una sola, y aunque sé sus orígenes y los males que la atormentan me parece que se poco de ella, más bien nada, casi nunca hablamos y siento que me oculta algo.
Ayer caminé con ella por las calles de esta mugrienta ciudad, sentí que era tan indiferente a su mundo como cualquier otra persona, un abismo se teje entre ella y las cosas que me definen, lo que soy y lo que ella es no está en la misma dimensión.
Ahora empiezo a creer que su amor es tan grande que eclipsa el mío, no entiendo porque no puedo decirle que la quiero y abrazarla de verdad, tal vez hasta agradecerle por lo pendejo que he sido y todas las malas caras que ha tenido que soportar de mi parte.
Esta incapacidad de amar empieza a molestarme, sobre todo los domingos cuando es inevitable mirarla a los ojos y tratar de cumplir con la tradición de la bendición y todas esas cosas, cuando solo por formalidad le pregunto como está y ella como siempre me dice que todo está bien, pero yo sé que miente, que en su corazón hay muchos vacios y muchas preguntas que se quedaron sin resolver, una telaraña que le tejió el tiempo y que aun nadie le ayuda a desenredar.
Claro que quiero a mi madre; solo que me molesta ese bloque que nos separa, que no sé quien construyó, que no sé quien mantiene, tal vez somos ambos los culpables; tal vez ninguno de nosotros quiere trasgredir eso que nos separa, una capa invisible que me impide contarle acerca de todos los fantasmas que aun me acechan bajo la cama, los que ella espantaba con una palabra cariñosa cuando yo solamente era su hijo y nada más.